El fenómeno del botellón ha contribuido a la expansión y consolidación de un patrón de consumo de alcohol preocupante en forma de atracón. Pese a ello existen pocos estudios que lo analicen, siendo éste precisamente el objetivo del presente trabajo. Los resultados obtenidos con una muestra de 3.419 adolescentes de entre 12 y 18 años (M=14,94; DT= 1,89) sitúan la prevalencia del botellón en un 38,4%. Su práctica implica tasas de consumo de otras sustancias significativamente mayores, siendo hasta 16 veces superior en el caso del consumo intensivo (binge drinking), así como mayores tasas de consumo de riesgo. Asimismo, se asocia con numerosas prácticas de riesgo, como peleas, accidentes o sexo sin protección. Las expectativas, el consumo de los iguales, la hora de llegada a casa o el dinero disponible se han mostrado asociadas con esta práctica. Todo ello refuerza la conveniencia de desarrollar una labor preventiva integral que contemple tanto variables de naturaleza personal como aquellas más estrechamente relacionadas con el establecimiento de normas y límites por parte de los padres.