Desde su aparición en los sistemas clasificatorios oficiales, el diagnóstico del trastorno de Asperger ha sido fuente de numerosas investigaciones para su identificación y diferenciación con otros trastornos del desarrollo (p. ej., trastorno autista). Posteriormente, las investigaciones se centraron en los programas de intervención más eficaces para su recuperación. En el momento actual la investigación y la práctica clínica se centran en los procedimientos de intervención que garanticen la transferencia de resultados, haciendo énfasis en sus capacidades (puntos fuertes), más que en sus debilidades (puntos débiles). En el presente artículo se consideran los efectos beneficiosos de las intervenciones en contextos naturales, desde un enfoque positivo, que partiendo de los síntomas y características clínicas, se centran en los puntos fuertes como medio para superar sus dificultades.