En el trabajo que se presenta se pretende someter a prueba en qué medida las variables conductuales, de personalidad, y físicas poseen un valor predictivo como factores de riesgo de enfermedad somática. Se ha pretendido, especialmente, probar la validez predictiva de los tipos de personalidad señalados por Grossarth- Maticek y Eysenck (1990), mediante un diseño cuasi-experimental de cohortes con las que se llevó a cabo un estudio longitudinal de medidas repetidas del estado de salud. Se ha utilizado una muestra de 209 personas (104 hombres y 105 mujeres), dividida en dos sub-muestras reclutadas aleatoriamente de un censo de antiguos estudiantes universitarios, con una media de edad de 29 años (D.T.=7,5), y del personal funcionario y laboral universitario, con una media de edad de 38 años (D.T.=7,3). Las medidas repetidas fueron obtenidas a los seis y tres años de la primera valoración, respectivamente. Los resultados mostraron una escasa validez predictiva de las variables de personalidad, siendo mayor la influencia de las actitudes hacia la salud sobre las conductas de salud que forman parte del estilo de vida y, por consiguiente, sobre el posterior estado de salud. Más concretamente, los resultados permiten concluir que los tipos de personalidad planteados por Grossarth-Maticek y Eysenck (1990) no son buenos predictores de actitudes o conductas relacionadas con la salud.